El concepto “equinoccio” proviene del vocablo griego euqus: Igual y nox: Noche. En astronomía los equinoccios se dan cuando la tierra se ubica en la mitad respecto a su órbita alrededor del sol, entonces se produce un equilibrio y el día tiene la misma duración que la noche. Cada año se dan este acontecimiento dos veces marcando la entrada de la estación de primavera y otoño.
Este evento natural ha organizado la vida en la tierra y ha hecho que el hombre lo tome como un punto de referencia dando forma a sus mitos y ritos pero también a diferentes áreas del conocimiento que le ha permitido la subsistencia y el desarrollo. En la antigüedad se llevaba un registro muy puntual del fenómeno a partir de la observación del cielo y los astros y su correspondencia con los cambios en la naturaleza, especialmente las alineaciones que hacían los planetas más visibles el sol, la luna, venus sobre las diferentes constelaciones, dando cuenta a su vez de eventos como los eclipses. Algunos monumentos de la antigüedad dan cuenta de esta actividad de observación ya que fueron construidos especialmente para estos eventos como:
Por su parte las sociedades mesoamericanas también construyeron observatorios para éstos eventos, los más conocidos son los de el Monte de Albán en Oaxaca y Chichen Itza, México. Logrando calendarios mucho más exactos que los europeos.
0° de Aries que ocurre aproximadamente del 19 al 21 de marzo.
Para el hemisferio norte, el equinoccio de marzo marca el inicio de la temporada de primavera. Este período simboliza el triunfo del sol sobre el invierno, con días más largos y soleados. La naturaleza también experimenta cambios; todo se vuelve más verde y la agricultura se convierte en una actividad principal, lo que también afecta a los aspectos psicológicos y sociales de las personas. Una de las festividades más importantes para el cristianismo asociada con este equinoccio es la Pascua o “Semana Santa”.
Desde la perspectiva de las culturas nativas mesoamericanas, el mes de marzo era llamado “Tlacaxipehualiztli”, que significa “Renovación de la Tierra”, correspondiente a la primavera, época en la que se trabajaba la tierra y se iniciaba la siembra. El compromiso con las fuerzas de la naturaleza era tan profundo que sus rituales para obtener un buen clima y condiciones de vida incluían sacrificios humanos para honrar a los dioses; la vida individual no era más importante que la supervivencia de la comunidad.
En el hemisferio sur, las comunidades andinas celebran en esta fecha el Pawkar Raymi. Esta festividad destaca la renovación de la naturaleza y la conexión con los ciclos de vida y muerte, siendo una celebración del florecimiento. También marca la transición de la niñez a la adultez, con un ritual que incluye la bendición de flores y agua en relación con el florecimiento de los árboles. Además, marca el inicio del año, llamado “Mushuk Nina” que significa “Fuego Nuevo”, un ritual que representa un nuevo ciclo de vida del “Pachakutin”, que significa la eterna renovación del tiempo-espacio, un círculo continuo que avanza constantemente autorrenovándose en relación con la Tierra, la Luna, el Sol y el universo.
Zona Arqueológica de Monte Albán, Oaxaca México
Estas culturas construyeron monumentos sagrados, como observatorios o altares ceremoniales, 800 años antes de nuestra era. Hoy en día, estos monumentos son un legado cultural y de saberes ancestrales que se han perdido en los procesos de colonización, en la educación para el desarrollo y en la marea de información. De hecho, estos monumentos están en peligro de ser destruidos por la industria del turismo y la espiritualidad con el auge de la “New Age”, que intenta hacer que las personas compren experiencias espirituales para absorber la energía de estos lugares, poniendo en riesgo el patrimonio cultural de la región.
En Astrología Social, creemos que es importante ser críticos con estos fenómenos comerciales pseudo-espirituales que no tienen ningún fundamento más que la ganancia, una lógica de la que tampoco escapan las Astrologías. En cambio, proponemos sintonizarnos con los ritmos naturales y abrir nuestros sentidos para percibir los cambios y su influencia en nuestra vida, tal como lo hacían nuestros ancestros, lejos de la fuente de datos que ofrece respuestas a preguntas que ni siquiera nos hemos planteado. De esta manera, herramientas como la Astrología pueden proporcionarnos un “orden” que nos ayude a discernir y nos empodere para que el camino hacia la verdad sea interior y no exterior.
El grado 0° de Aries marca también el inicio del año astrológico, ya que la rueda zodiacal comienza con este signo de fuego cardinal, simbolizando el inicio, “La chispa de vida”. El fuego ariano propone un tiempo de acción. En el calendario gregoriano, ya ha pasado un cuarto del año y sentimos que estamos listos para actuar, que debemos acelerar todo; seguramente ya sabemos qué hacer y vemos cómo hacerlo, así que no queremos esperar más. En esta puerta del año, no debemos temer equivocarnos, porque el error es parte del proceso; debemos actuar con determinación para que el ciclo comience. La magia implícita de esta etapa del ciclo solar es reconocer que la vida sabe más y que somos canales de una sabiduría mayor; al aceptar en qué momento estamos, con nuestras capacidades y limitaciones, podemos reorganizarnos y construir.
Ver artículo “Las 4 puertas del año. Solsticios y Equinoccios”
En esta etapa se considera la tercera puerta del año que nos invita a hacer un balance, manifestando el equilibrio de la naturaleza. Los días y las noches se equilibran y después empezarán a perder luz acá comienza el otoño y anticipa la temporada del frío, de la nieve; es el momento cuando los animales y las plantas se retraen, esperando el regreso de la primavera para volver a florecer.
En el hemisferio sur los Incas celebran el inicio de la primavera, llamado el Quya Raymi Killa, o pascua del agua, ceremonias pidiendo el líquido fecundante de la tierra y la preparación de la naturaleza floreciente. Killa Raymi, que ocurre durante el equinoccio de otoño en septiembre. Esta celebración está relacionada con la luna y es una oportunidad para honrarla y conectarse con su energía femenina, es el fin de la preparación de la tierra y el inicio del momento del sembrío, es el agradecimiento a la luna y a la tierra por su fecundidad.
En este punto nos preguntamos: ¿Cuál fue nuestro recorrido desde que atravesamos la primera puerta con el equinoccio en Aries de marzo? Dónde he puesto mi energía, en el afuera o en el interior? La respuesta nos llevará a invertir el enfoque al atravesar este umbral, sí hemos estado más hacia adentro, entonces es el momento de actuar, de llevarle al mundo lo que hemos trabajado en el interior. Libra aunque tiende a repensar las cosas y procrastinar en la búsqueda del equilibrio, también tiene una capacidad y dinamismo de energía yang. Hay que balancear las intensidades, es un ir y vuelta, en este punto podemos preguntarnos ¿qué tenemos que dejar?¿Qué necesitamos apreciar?.