Desde el año 10,000 antes de Cristo, el hombre ha observado y adorado al sol. La luz solar, fuente de seguridad, forma y esencia, lo consagra como una entidad divina que redime al mundo, confiere vida y se erige como el epicentro de toda existencia conocida. En el aparente trayecto del sol a través de las 12 constelaciones, se brinda una explicación a los fenómenos naturales, siendo estas constelaciones representaciones de tales eventos; por ejemplo, Acuario, que simboliza al portador del agua que cae en la primavera.
Decimos que es aparente el trayecto del sol porque desde la perspectiva terrestre, se tiene la sensación de que el sol gira alrededor de la tierra, aunque en realidad sea lo contrario. A este “trayecto” o recorrido del Sol sobre la tierra llamamos eclíptica, en base a este recorrido del sol se configuraron todos los calendarios antiguos y modernos del mundo. La eclíptica solar tiene cuatro fechas clave, que son el 21-22 de marzo, 21- 22 de junio, 21-22 de septiembre, y el 21-22 de diciembre y están relacionadas con los solsticios y equinoccios de esta eclíptica o “recorrido del sol”, en esas fases se producen los cambios de estaciones, verano, otoño, invierno y primavera.
Para ubicar esta eclíptica solar en los cielos nocturnos, los antiguos sacerdotes de estas culturas inventaron las constelaciones, que son agrupaciones imaginarias de estrellas por donde hipotéticamente el Sol hace su recorrido, en este caso estamos tratando las constelaciones del mundo occidental y Asia menor, siendo para ellos en total 12 constelaciones, que juntas son llamadas “Zodiaco” que vienen a representar “los doce discípulos del Sol, puesto que el Sol “viaja” por estas doce constelaciones o discípulos, en base a estas se construye el calendario solar, conocido como “Cruz del Zodiaco” también conocida como “Cruz solar”.
Los dioses clásicos representaban en realidad al Dios Solar, es decir, al Sol, primera deidad que conoció la humanidad, pues veían todas las mañanas nacer al Sol desde el oriente, llegar a su máximo esplendor al medio día y morir hacia el poniente, trayendo tras su muerte “la oscuridad” que asociaron con el mal, el maligno, lo malvado. De esta dualidad “día/noche” “claridad/ oscuridad” nace la concepción del “bien y el mal” donde el “Dios bueno” está asociado al Sol, “La luz” el día, la claridad, la verdad, el cielo mientras que el “Dios malo” conocido como Satanás, Diablo, Set, está asociado a la oscuridad, la noche, la mentira, lo malo, el infierno, ambos Dioses se enfrascaban en grandes luchas, la eterna lucha “del bien contra el mal”.
Para la cosmovisión del pueblo originario de los Andes, principalmente en Ecuador, la Chakana que es la constelación llamada “Cruz del sur” adquiere una especial importancia debido a la presencia de los cuatro Raymis, que están estrechamente ligados a los solsticios y equinoccios, marcando el cambio de estaciones y la interacción entre la naturaleza y la vida humana. Las culturas andinas tienen su propia simbología para estos ritmos naturales, asociados siempre a las estrellas en las cuales formaban constelaciones o trazos imaginados para representar fuerzas o energías que favorecen la fecundidad y la reproducción de cuanto hay en el mundo. La fertilidad tuvo un rol esencialmente importante para los pueblos andinos, asociándose a la vida, el florecer de los cultivos, la llegada de la primavera, la reproducción de los animales, por ello Pachatata y Pachamama tienen el rol de Padre Cósmico y Madre Cósmica, y de la fertilidad de Pachamama nace el cosmos y en ella la tierra es fecundada y florece.
Llamamos a los cambios de estaciones las “Puertas del año” que simbolizan un ciclo solar, como un proceso de nacimiento, crecimiento, equilibrio y maduración ante las condiciones que se nos presentan.
Para entender el pensamiento astrológico es de suma importancia tener claro que las secciones de 30º del círculo zodiacal no tienen nada que ver con las distantes constelaciones de estrellas fijas, sino que se refieren al camino del Sol. Como puede observarse, las constelaciones de estrellas fijas que llevan los nombres de los signos zodiacales no son los portadores energéticos de ese mismo Zodíaco. Cuando se dio el nombre a las constelaciones, éstas cubrían las secciones del camino del Sol que llevan los mismos nombres y se utilizaron como puntos de referencia astronómicos. Desde el principio, el área de influencia de Aries no tuvo nada que ver con la constelación Aries, sino que esa área de influencia era, y es aún hoy, el espacio por el que el Sol parece moverse tras pasar por el Equinoccio Vernal, independientemente de si en realidad está en la constelación de Aries, Piscis o Acuario.
Las “Puertas del año” se inician en los grados 0° de los signos cardinales, es decir, cuando el sol transita sobre los 0° de los signos Aries, Cáncer, Libra y Capricornio, marcando así la entrada a una nueva puerta. Astrológicamente, podemos entenderlo de la siguiente manera:
Aunque la Astrología tuvo su desarrollo inicial en el hemisferio norte, ambos hemisferios, norte y sur, comparten relaciones fundamentales y características similares. Aunque uno experimente primavera y el otro otoño, ambos comparten el mismo eje de Aries y Libra y los comienzos se manifiestan en este eje, donde las estaciones son más agradables e intermedias, el clima deja de ser inhóspito y emerge una mejor calidad de vida, representando así el eje de la relación, el yo y nosotros. Se busca compartir más y explorar el mundo, simbolizando un equilibrio significativo.
Por otro lado, cuando las puertas atraviesan el 0° de Cáncer y Capricornio, que simboliza el eje del poder, nos encontramos con los solsticios, marcando el día más corto y largo del año. Cáncer y Capricornio están vinculados a climas extremos, los más desafiantes. Aquellas personas en cualquiera de estos hemisferios deben prepararse para afrontar estas condiciones, ajustando sus comportamientos y estados de ánimo, dirigiendo su energía hacia la conservación y el logro de metas.
Un hecho mítico asociado con el cambio de estaciones, los equinoccios y solsticios, es la historia de Perséfone. Ella retorna a la tierra en primavera y verano, pero regresa al Inframundo en otoño e invierno. Este mito surge después de que Ceres o Deméter, su madre y Diosa de la agricultura, hiciera un trato con Zeus para evitar que los hombres dejaran de adorar a los dioses porque la pérdida de fe por la divinidad surge cuando todo está sumido en oscuridad y dolor, debido a la tristeza de Ceres por la pérdida de su hija Core o Perséfone a manos de Hades, el dios del inframundo.
Las Cartas Astrológicas de los Equinoccios y los Solsticios forman parte de la “Astrología Mundana”, un enfoque astrológico que analiza el clima astrológico de las comunidades y está estrechamente vinculado con la astrología tradicional o medieval. En la actualidad, los astrólogos nos dedicamos a elaborar la carta astral de cada puerta del año e interpretar sus particularidades. Esta interpretación varía según el lugar o país que elijamos para la lectura. La domificación, o generación de las casas, basada en la latitud y longitud, nos permite descubrir la energía colectiva que gobierna ese lugar durante el periodo de esa estación, que abarca tres meses. Sin embargo, cabe destacar que no siempre es imperativo localizarnos geográficamente, ya que el cielo es constante, independientemente de nuestra posición. De este modo, más allá de la ubicación física, la carta puede proporcionarnos una visión general del clima al cual todos estamos expuestos, ya sea de manera personal o colectiva.